El diario El Liberal publicó en la sección Pura Vida
una entrevista al conductor Roberto Pettinato. El periodista Emilio Jozami preguntó
al músico y contestó: “Los santiagueños son personas inteligentes”. Pero, ¿cómo
se ejerce esta inteligencia?
Según la Real Academia Española, inteligencia es “la
capacidad de entender, tener habilidades, comprender, resolver problemas,
conocimiento”. Sin embargo, la historia política de los santiagueños estuvo
marcada por la dominación y un tope a la inteligencia.
Desde el autócrata Carlos Arturo Juárez, en Santiago
del Estero, Argentina, hasta Gerardo Zamora, el poder estuvo concretado en lo
político y económico. Se fijó un sistema de leyes para ejercer un monopolio en
varios grupos y sectores.
El ejercicio del poder tapó a la inteligencia
personal y colectiva. Hubo persecución, exilio, muerte y trampas electorales
para sostener el dominio. Sin embargo, los santiagueños son incapaces de
criticar al soberano. Hay miedo y es por varias razones. Tal vez sea acertado reconocer
el estado de sometimiento exacerbado.
Según el filósofo Michel Foucault, el poder es una “relación asimétrica” entre la autoridad y la obediencia. El poder ejerce dominio pero de manera invisible y existe una forma para salir de su radio de acción, ser resistente.
Según el filósofo Michel Foucault, el poder es una “relación asimétrica” entre la autoridad y la obediencia. El poder ejerce dominio pero de manera invisible y existe una forma para salir de su radio de acción, ser resistente.
Los santiagueños no critican al poder de turno; pretenden,
en la mayoría de los cosos, ser amigos del dominio estructural. La resistencia
disminuyó con las décadas. Aunque hubo grandes pensadores que marcan una línea
divisoria: Orestes Di Lullio; Bernardo Canal Feijóo, entre otros, y la célebre
organización cultural La Brasa.
Estimo que la dominación, sin menospreciar la inteligencia, no está en la genética de los santiagueños, sino en el proceso histórico, en las instituciones. Es allí donde se debe buscar una respuesta al ejercicio del poder sin resistencia.
Estimo que la dominación, sin menospreciar la inteligencia, no está en la genética de los santiagueños, sino en el proceso histórico, en las instituciones. Es allí donde se debe buscar una respuesta al ejercicio del poder sin resistencia.
Santiago del Estero tiene problemas estructurales,
aunque hubo inversiones direccionadas en la última década, pero los problemas
históricos de la pobreza, salud y empleo persisten.
En el 2000, el exsenador nacional José Luis Zavalía
dijo que los “santiagueños están domesticados”. La primera gobernadora,
Mercedes Aragonés de Juárez, contestó irónicamente: “A los animales se
domestican”.
¿Cómo salir de la lógica de dominación? Ejerciendo
la resistencia. Está práctica puede acarrear sangre, dolor, empobrecimiento,
marginación y proscripción. No hay recetas.
Los medios de comunicación forman parte de la trama
del poder, son colaboradores. Sin embargo, una posible solución sea reconstruir
las instituciones; disminuir la desigualdad; posibilitar el acceso a los bienes
culturales; más educación de calidad; generar empleo sustentable, una alianza
entre la industria y el campo; democratizar los partidos políticos cristalizados
y promover el liderazgo.
El futuro es incierto. El ejercicio del poder se las
ingenia para sobrevivir, pero se debe sembrar una resistencia que promueva la
igualdad.
Crédito: El Liberal
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